Buenos Aires, 19 de marzo.(caraycecaonline) Transcurrido los primeros cien días del gobierno de Mauricio Macri, un balance provisional resulta cuanto menos, sorprendente por las diferencias que surgen de las evaluaciones previas de los propios integrantes del Pro, los aliados radicales y de Coalición Cívica, y los detractores de diversa laya.
Luego del primer costoso reordenamiento económico que se llevó el verano, la apertura de las sesiones del Congreso fue el prolegómeno de la primera victoria parlamentaria del gobierno de «Cambiemos» al brindar las condiciones adecuadas para cerrar un acuerdo por la deuda externa en cesación de pago. Podremos cerrar entonces una de las etapas más oscuras del país, sobre la que recién comienza a echarse luz, con las pruebas que surgen a cada paso sobre el accionar ilícito de funcionarios y cómplices del gobierno kirchnerista, que utilizaron el aparato del Estado para engrosar sus patrimonios personales.Las numerosas causas por enriquecimiento ilícito, lavado de dinero y negociaciones incompatibles con la función pública, revelan el carácter perverso de un sistema diseñado para esquilmar al país, del que no es ajeno el tratamiento de la cuestión que atañe a los canjes de 2005 y 2010, que ampararon bajo el manto de un supuesto beneficio para las arcas públicas, una arquitectura de saqueo que Néstor Kirchner y Roberto Lavagna presentaron como un éxito financiero. Ni el extinto presidente, ni el ahora inquieto asesor massista ignoraban que solo se ganaba tiempo, dejando un mecanismo de impredecible destino sobre la economía nacional.Los negociadores que tras el fallo de los tribunales neoyorquinos se apresuraron a enarbolar consignas facilistas para estirar el proceso, no hicieron otra cosa que encarecer los costos de las deudas contraídas, y encabezados por Cristina Kirchner y Axel Kicillof, continuaron con las falacias para emitir una cantidad inédita de pesos, manteniendo los esquemas de distribución interna facciosa, que permitió al kirchnerismo mantenerse en el poder hasta la debacle en las urnas.Con todo, la victoria del macrismo en el Congreso, debe ser acompañada con un plan estabilizador, que permita controlar la inflación y recuperar el poder adquisitivo de los salarios. También es necesario comenzar a restañar las heridas del aparato productivo, todavía bajo los efectos de las políticas que el kirchnerismo impulsó a través de estructuras de corrupción y chantaje que se van develando cotidianamente, con nombres y apellidos. No se trata sólo de Cristóbal López, o de Lázaro Báez, sin olvidar a Sergio Szpolski y otros actores de reparto de este sainete berreta disfrazado de proyecto político con «burguesia nacional» incluida. Han sido cientos de advenedizos y oportunistas, que se quedaron los dineros del Estado nacional, dejando al país con 13 millones de pobres y un déficit estructural que duplica al de la crisis de 2001.Por eso es oportuno el proyecto de Elisa Carrió, para que se recuperen los activos de estos tránsfugas que ya comienzan a desaparecer de los lugares que solían frecuentar, y se destinen a los pagos acordados con los deudores y las entidades internacionales.Hay que dejar atrás los culebrones de romances y separaciones de gobernadores y legisladores con estrellitas de la farándula. Basta de cotillón y menos dramatismo. Es tiempo de acciones serias ante un mundo que reclama nuestro compromiso en una etapa por demás compleja. En vísperas de la llegada del líder de la máxima potencia mundial, es el momento adecuado para mostrar que nuestra democracia tiene las herramientas y los hombres necesarios, para dejar bien lejos aquellos tristes «cien días de Napoleón», y hacer escuchar la voz soberana del pueblo que reclama justicia, y tiene la memoria ardiente para castigar a traidores y cipayos.(www.caraycecaonline.com.ar)