En Tierra del Fuego, al igual que Santa Cruz, los capitales especulativos que van por el petróleo, el carbón y las riquezas naturales, han desatado el peor rostro de la caída del kirchnerismo en sus propios feudos.( por Jorge Avila)
Buenos Aires, 7 de mayo.(caraycecaonline) El respiro de la lluvia, no fue suficiente para calmar los ardores de un tiempo donde las escaramuzas dialécticas ceden por el imperio de los hechos. La Justicia avanza, y pese a los agoreros derrotistas, el nuevo gobierno ha comenzado a construir con sacrificio y coraje, un nuevo orden que nos exige a todos un renovado compromiso con valores que parecian olvidados: decencia, realismo, integridad.
Dos hechos, marcan una semana donde comienzan a definirse los proyectos que apuntan al futuro. El debate legislativo de la emergencia laboral, refleja una de las prioridades del tablero político. En los proyectos de la oposición se advierte la impronta de Héctor Recalde, el abogado sindical que llegó al parlamento de la mano de Hugo Moyano cuando el camionero era aliado predilecto de Néstor y Cristina Kirchner. Prevalece el contenido fungible, la doble indemnización, el dinero que abogados y estudios buscan para seguir medrando con las miserias de la injusticia y el destrato. Es una nueva jugarreta para complicar la salida de la crisis que los tuvo como principales protagonistas. Poco se dice sobre la precarización del mercado laboral, la informalidad y explotación de los jóvenes que buscan integrarse, la desprotección de los trabajadores que terminan siendo meras piezas en los estantes cargados de prebendas de dirigentes corruptos.
Hace pocos días, la Unión de Asociaciones de Riesgo del Trabajo dieron a conocer un documento, donde reflejan el aumento de los accidentes laborales en la glorificada «década ganada» del kirchnerismo. Miles de obreros de la construcción muertos, choferes de camiones y vehículos de transporte masacrados por la desidia de empresarios inescrupulosos asociados a un Estado cómplice, mineros ahogados en la eterna noche de los túneles, son apenas ejemplos del grave deterioro de las condiciones de trabajo. A ello se suma un fenómeno que todos parecen callar, quizá para no poner en riesgo otros negocios: el avance de las adicciones. Ha crecido el consumo de alcohol y drogas en los ámbitos laborales, con la consecuente degradación. ¿ Generó esta situación un reclamo de los indignados gremialistas y legisladores, que por su parte usufructan dietas y remuneraciones equiparables a gerentes ? Nada de eso. Todos a juicio, a litigar en busca del propio beneficio, hasta poner al sistema al borde de la quiebra, como denuncian las entidades destinadas a controlar el mercado laboral. El salario del impio, se refleja en las posturas legislativas del debate donde el oficialismo busca al menos introducir un marco de referencia que tienda a una mayor protección, no solo de los puestos y remuneraciones existentes, sino una visión que permita cambiar el esquema estructural de un mercado crítico.
Nada permitirá mejorar la condiciones de una población castigada por largos años de patéticas miserabilidades, donde los trabajadores se convirtieron en moneda de cambio para quienes se han instalado en los sillones del poder, desde hace largos años. La «flexibilización» que acompaña a los trabajadores desde mediados de los 70, se ha incrementado después de la restauración democrática, especialmente a partir del menemismo, alcanzó su máxima expresión con los kirchneristas en el poder. Por eso no es extraño que se repitan los rostros de los actores centrales. A Julio De Vido lo acompaó Roberto Dromi, a Carlos Tomada, lo asesoró Carlos Grosso, Débora Giorgi y otros secuaces se refugian en la intendencia de La Matanza, y el desfile irreverente continúa. Nadie duda sobre la importancia de los cambios en el Impuesto a las Ganancias, ni la recomposición salarial que se discute en las paritarias, pero es imprescindible ampliar el espectro de las negociaciones hacia una mejor calidad de la vida laboral, con el aporte de las empresas y el Estado. Hacia allí apunta la convocatoria del Consejo del Salario, para los próximos días. En esa dirección se avanza con el ingreso de nuevos capitales, a través de organismos multilaterales como la Corporación Andina de Fomento, y las inversiones directas de empresas multinacionales que se han multiplicado notablemente en los últimos meses. Mientras la economía va retornando a premisas de estabilidad, a pesar de las inclemencias del clima y las disidencias, es necesario apelar a la ardiente paciencia de quienes han sufrido en carne propia todos los desmanes de las bandas de inescrupulosos de turno. A nadie escapa esa alianza que devino en un camino cada vez más amplio para que los intereses del narctotráfico y el lavado de dinero se instalaran definitivamente en nuestro país. De esto se habla cuando la Justicia investiga a Cristina y Máximo Kirchner, a Lázaro Báez y su familia, a Aníbal Fernçandez, a Cristóbal López y Ricardo Echegaray, a Milagro Sala, Ricardo Jaime y Amado Boudou.
El objetivo es perpetuar una crisis sistémica, que al mismo tiempo garantice impunidad. Confundir en el desbande, a quienes han usurpado los fueros de la Constitución, con quienes buscan reparar los daños infrigidos a la patria. Un paradigma de ello, surge desde el profundo Sur. La grave crisis de Tierra del Fuego se extiende desde hace más de dos años. La neokirchnerista Fabiana Ríos dejó la provincia en medio de una transición violenta a Rosana Bertone, gobernadora del Frente para la Victoria. El dinero ya no alcanzaba para repartirse la miseria de una administración corrupta y una población sometida a las exacciones de intereses foráneos. Al igual que Santa Cruz, los capitales especulativos que van por el petróleo, el carbón y las riquezas naturales, han desatado el peor rostro de la caída del kirchnerismo en sus propios feudos. El reñidero está abierto para los gallos del mismo corral. Llegaron los golpes para el vicegobernador Juan Carlos Arcando, y no tardaran en ir por Alicia Kirchner y Bertone. Ese es el escenario que busca una oposición sin otro rumbo que la descomposición nacional. No han advertido que una nueva mayoría ya dio su voto y está dispuesta a comprometerse por la defensa de las instituciones y la soberanía popular. Ya no se trata del peronismo, como dice fallídamente el buen peruano Mario Vargas Llosa, sino de algunos peronistas que hípocritamente buscan vaciar de contenido la doctrina del movimiento popular. Es tiempo de unidad entre los argentinos. Retemplar el ánimo y afrontar el desafío de superar las diferencias en paz, sin rencores pero con la serena lucidez de los apasionados.(www,caraycecaonline.com.ar)