Venció en la final a la coreana Bokyeong Jeong. Es la primera deportista argentina de la historia en ser campeona olímpica.
Buenos Aires, 6 de agosto.(caraycecaonline) Estás dispuesto a soportar durante cuatro años que todos te pongan en la lista de ser medallista olímpica en Río de Janeiro? Paula Belén Pareto vivió desde Londres 2012 con esa mirada del mundo deportivo encima. Bronce en Beijing 2008 y quinta en los últimos Juegos Olímpicos, provocó que el judo argentino tuviera una difusión impensada. Y ella aceptó el reto de sentirse observada. Y hoy, apenas pasadas las 17, en la Arena Carioca 2 del Parque Olímpico, festejó con los dos brazos en alto sentirse campeona olímpica. Sí, el deporte argentino tiene al fin a su primera deportista ganadora de una medalla de oro, con la yapa de que encima La Peque acumula dos, algo que tampoco había logrado una mujer.
La nadadora Jeannette Campbell abrió el camino de las preseas olímpicas para las atletas nacionales cuando se colgó la de plata en Berlín 1936. La atleta Noemí Simonetto la siguió con otra plateada en Londres 1948. Hubo que esperar cuarenta años para que la tenista Gabriela Sabatini también fuera de plata en Seúl 1988. Y los bronces llegaron después, con la velista Serena Amato en Sydney 2000, la nadadora Georgina Bardach en Atenas 2004 y Pareto en Beijing 2008. Hoy Paula se colgó el oro. Porque ya era de oro. Eso lo sabían todos. ¿O no?
Pelearía en la final contra la coreana Bokyeong Jeong, su último escollo. Y salíó fuerte Paula, zafando justo a tiempo en una toma en la que pudo caer con los pies en el tatami. “¡Co-re-a!”, gritaban los brasileños. Daba para todo el estadio. Hasta para dar lástima. Pareto sufrió un corte en el labio por golpes tipo boxeo de la coreana al minuto de la lucha. Y cuando volvió, encontró la vuelta para puntuar un waza-ari, la segunda puntuación en importancia en el judo, tras el ippon (nocaut).
Kondo había sido un duro escollo en la semifinal. Es que la japonesa de 21 años fue campeona mundial en 2014 (le ganó a La Peque) y bronce en 2015, y ganó el Masters de este año en Guadalajara. Claro que Paula tiene pergaminos de sobra y es la actual campeona mundial, amén de haberse entrenado varias veces en Japón para incorporar la técnica y la filosofía de la cuna del judo.
Pareto logró lo que pocos lograrán en Brasil: ser locales en un estadio. La ovación y el aliento “¡Paula, Paula!” se hizo sentir sobre los abucheos brasileños cada vez que saltaba la banda argentina. Y se contagió Paula de ese aliento porque a los 27 segundos de la lucha logró un waza-ari, de vital importancia para el desarrollo de la pelea.
Porque más allá de recibir una penalización, obligó a la japonesa a atacar para buscar dar vuelta la lucha. Y Pareto la esperó. Sufrió un par de veces, sobre todo en una toma en la que pudo reorganizar su cuerpo en el aire para caer con los pies y no con la espalda. Y cuando llegó el gong digital, La Peque levantó el puño, festejó con su entrenadora y con la platea más cercana y salió rapidito para el vestuario. Venía la final.
“En las dos luchas me salieron bien las cosas. Ojalá podamos seguir creciendo con toda la energía que me da la gente que está acá. Hay que ver qué pasa”, señaló La Peque tras los cuartos de final.
Pareto entró a la Arena Carioca 1 a las 11.20, caminó hasta el tatami 2 mientras la presentaban y se ganaba los aplausos de la hinchada argentina, presente con muchas banderas, y el abucheo de los brasileños. Subió a la superficie amarilla y dominó con contundencia a su rival hasta que la lucha se definió por ippon cuando la espalda de la rusa Dolgova golpeó contra el tatami. Así comenzó su camino en Río de Janeiro.
“Pude manejar la lucha y al final me resultó menos difícil de lo que esparaba”, comentó La Peque sobre su victoria en el debut olímpico, festejada con el puño derecho bien en alto mientras miraba a la platea más cercana.
Sin Martinel en la silla verde de plástico al costado del tatami, aunque sus palabras llegaban desde una butaca, Pareto comenzó a desequilibrar la lucha a los 99 segundos, aunque luego recibió una penalización a 1m41 del final. En una toma de contraataque logró su segundo yuko y a la rusa no le quedaba alternativa: tenía que buscar el ataque para revertir el resultado.
Pero cuando el reloj digital del costado del tatami marcaba que restaban 40 segundos, llegó el ippon de Pareto, el sinónimo del nocaut boxístico y el estadio explotó con los gritos argentinos.
La segunda lucha comenzó a las 12.25, ya con Martinel a un costado del tatami y con unos nervios que se sentían en la Arena, mientras en el otro tatami la local Sarah Menezes perdía contra la cubana Dayaris Mestre Alvarez, quien había derrotado a Pareto en la recordada lucha por el oro en los Juegos Panamericanos de Toronto 2015.
“Me desconcentró su lesión, pero durante toda la lucha intenté mantener el foco en lo mío. No fui a correrla porque ella tampoco venía. Si ella no atacaba y yo ya iba ganando, no me hacía falta perder tiempo en eso. Fue una lucha complicada”, advirtió.
El juez penalizó a la húngara por salir del tatami y por otra infracción, pero el gran golpe de Pareto llegó a 40 segundos del final de la lucha, con un waza ari que sentenciaría el duelo.
Vivir ocho años en la elite mundial y olímpica no es para cualquiera. Mantenerse es más difícil que llegar. Y Paula Belén Pareto no sabe quedarse quieta. Ella es así. Quería más gloria. La campeona mundial es campeona olímpica. Sí, es oro olímpico. Y aquí todos lloran.