(Por Jorge Augusto Avila)
Buenos Aires, 4 de mayo.(caraycecaonline)Los golpes de mercado suelen desnudar otras debilidades intrínsecas de las sociedades que los sufren. Tras días de incertidumbre económica y social, se impone elevar la mirada hasta comprender entre todos, que el futuro no es un regalo, sino una conquista, producto de una construcción colectiva que no admite especulaciones ni retaceos. La hora no es apta para los espíritus débiles.
Fue necesario apelar a recursos extremos para que la política monetaria comenzara a normalizarse luego de un vasto ataque de expertos operadores de mercado y tahúres financieros, nacionales y foráneos, disconformes por el gradualismo del gobierno de Cambiemos. Pero especialmente, por los avances de leyes clave como el saneamiento fiscal, la regulación del mercado de capitales, y el blanqueo laboral, entre otras. A ello debe sumarse una oposición cerril, que solo pretende derrotar la iniciativa gubernamental. El cóctel comenzó a ser desarmado cuando los gobernadores mayoritariamente peronistas, comenzaron a pronunciarse contra la posibilidad de que el Congreso fije la política tarifaria. Pero especialmente, retroceder sobre un federalismo fiscal que más allá de sus falencias, ha mostrado un avance notorio en obras públicas y renovación productiva.
Llegó el momento de plantearse que horizonte nos espera, y como podemos incidir para su consumación. Hace cincuenta años era asesinado Robert Kennedy, el autor de una visión esperanzadora sobre el futuro estadounidense en momentos oscuros. Dos meses antes había sucumbido a un ataque Martin Luther King, líder de los derechos civiles, y años antes fue el magnicidio de John Kennedy, el presidente que marcó una nueva ‚poca en la política norteamericana. Su hermano Robert se encaminaba hacia lograr también la primera magistratura tras vencer en las internas de California, cuando las balas troncharon ese destino. Pero el espíritu de sobreponerse a las adversidades y buscar las mejores condiciones de vida para los pueblos, sin mentiras ni banalidades, perduró en el tiempo. Sin duda no pudo ver el fin de la guerra de Vietnam, a la que se opuso tenazmente, ni el avance del movimiento por los derechos civiles que lo tuvieron como protagonista, a pesar de la subsistencia del racismo. Tampoco vio los cambios económicos de la globalización. Pero su figura ya había conquistado el futuro. Y aquel espíritu, es vigente para las actuales circunstancias del país.
La sociedad está agotada de especialistas en diagnósticos. Es tiempo de romper con el pasado y actuar en consecuencia. Los tiempos reclaman la responsabilidad, pero también el compromiso de todos. Para no volver a hablar durante los próximos cincuenta años, de los cincuenta años que pasaron, como decía el protagonista de aquel filme español de grato recuerdo, que reflejó la voluntad de transformación de una sociedad que quiere conquistar el futuro.(www.caraycecaonline.com.ar)