Buenos Aires, 12 de mayo.(caraycecaonline) Acudir al Fondo Monetario Internacional puede no resultar simpático para muchos, pero revela el carácter inclaudicable que anima el espíritu reformista del gobierno y el rumbo definido hacia una República consolidada. Será un esfuerzo de todos, y es una tarea no apta para los agoreros de turno. Tras la tormenta, asoma el sol de mayo, un mes emblemático para todos los argentinos.
La corrida sobre el dólar con las características de una crisis de confianza, pretendió amenazar no solo la economía en la que se apoya y vive nuestra sociedad, sino también la solidez de las instituciones y la convivencia política. Este episodio puede interpretarse como una excesiva gradualidad de las reformas aplicadas sobre un cuadro de extrema gravedad heredado de la gestión anterior.
Para el presidente Macri fue insuficiente la explicación de inicio a la ciudadanía de aquella gravedad. Por ello debió enfrentar mayores resistencias a las imprescindibles medidas estructurales. Luego de restablecer la institucionalidad, y salir eficazmente del cepo y del «default», este gobierno encontró resistencias ideológicas y políticas para avanzar en la reducción de un gasto público desbordado, para mejorar la competitividad mediante una efectiva reforma laboral y una reducción de la alta presión impositiva. Se optó por el gradualismo, descartando caminos más directos que admitían amortiguadores sociales para reducir los impactos negativos sobre los segmentos más vulnerables. La contracara fue la subsistencia de un elevado déficit fiscal que gestó un desequilibrio externo y obligó a tomar deuda pública. La reciente corrida cambiaria exigió aplicar medicinas potentes para detenerla, como son las altas tasas de interés y un primer acuerdo por un crédito contingente con el FMI. Esto puede aliviarla transitoriamente, pero no curar sus causas.
Es hora de encarar las reformas de fondo. Sin que sea una enumeración taxativa, es necesario proceder a una inmediata y completa normalización de las tarifas de energía y transporte, con aplicación de tarifas sociales para neutralizar su efecto sobre los más necesitados; proceder a una reforma administrativa rediseñando la administración nacional, sosteniendo por dos años el sueldo, más indemnización, más incentivos para su reinserción laboral a quienes no se reubiquen en la nueva estructura. Reducción del gasto político y de las obras públicas no justificadas; renegociar el acuerdo con los gobiernos provinciales con metas de reducción del personal y del gasto para retornar a los niveles de 2001 en un plazo reducido; que el financiamiento del FMI no sea meramente preventivo, sino que se aplique al costo de las reformas indicadas; acordar un proyecto de modificación de la coparticipación federal de impuestos orientado a la correspondencia fiscal para adecuar los incentivos para que los gobiernos provinciales gasten menos y mejor; en la medida de haber reducido el déficit fiscal y logrado un superávit primario igual o superior a los intereses de la deuda, reducir la presión impositiva comenzando por los impuestos distorsivos; sancionar una reforma laboral que asegure la libertad sindical, la preferencia de los acuerdos laborales a nivel de empresa, la flexibilización para aumentos de productividad, y la reducción de los costos; en consonancia con estas medidas y con las inversiones en infraestructura logística, avanzar en una apertura comercial que incluya acuerdos de libre comercio; proceder a una reforma impositiva orientada a reducir la carga fiscal, alentar el ahorro y promover la inversión productiva.Estamos a tiempo. Se reclama un acto de responsabilidad de todas las fuerzas políticas, de las instituciones representativas de los trabajadores y de los empresarios, para evitar una nueva crisis y poner a la Argentina en la senda de la estabilidad monetaria, el progreso y el bienestar de todos sus habitantes. El rumbo es definido.(www.caraycecaonline.com.ar)