Editoriales Semana política

La cruda verdad

Baile del minué

Mientras continua el «minué» preelectoral, la cruda verdad indica que se deben postergar las apetencias personales y sectoriales, y actuar eficientemente en busca de un equilibrio basado en la eficiencia y el compromiso.(Por Jorge Augusto Avila)

Buenos Aires 14 de julio.(caraycecaonline) La gobernabilidad no es lo que esta en juego, como pretenden los agoreros que auspician acuerdos con una oposición diluyente que no atina a buscar alternativas ni opciones más allá de los exabruptos. La agenda política sigue  subordinada a laeconomía y  más allá de discursos tremendistas, existe consenso sobre la aceptación de una receta adecuada. Bajo el paraguas del FMI y el retorno a la categoría de país emergente, la búsqueda se orienta ahora a encontrar fórmulas que permitan una distribución adecuada de una reducción inevitable, amortiguada por un correcto federalismo fiscal y la oportuna reforma tributaria y previsional vigente. ¿ Es tiempo de avanzar en nuevos cambios como la reforma laboral y del mercado de capitales ?. Mientras se agota el debate por el aborto, donde las posiciones oficiales parecen llevar la delantera hacia una ratificación en agosto, es conveniente analizar las perspectivas. Durante muchos años se habló del “viento de cola” que caracterizó al escenario internacional durante los gobiernos de kirchneristas. Con ese término se identificaba a las excelentes condiciones económicas, financieras y comerciales que ofrecía el resto del mundo a toda Latinoamérica en general, y a la Argentina en particular, desaprovechadas por la sociedad marital que sólo propició una inédita corrupción cuyas consecuencias estamos pagando.
Ese viento comenzó a mostrar sus primeros signos de debilidad a mediados del año 2012. Las condiciones internacionales, que seguían siendo muy buenas, ya no mostraban mejoras continuas e incluso comenzaron a verse los primeros signos de reversión. Los precios internacionales de las commodities exportadas por Argentina registraron sus récords en aquel año, y desde entonces comenzaron a descender y el crecimiento de los socios comerciales argentinos comenzó a desacelerarse, aunque las condiciones financieras seguían siendo las más beneficiosas de la historia. Al momento del cambio de gobierno, en 2015, los precios internacionales ya llevaban al menos tres años en gradual descenso (con algunas caídas abruptas seguidas de recuperaciones parciales), Brasil se encontraba inmerso en la peor recesión de las últimas décadas y la política monetaria de EE.UU. comenzaba a normalizarse (la primera suba de la tasa de la FED luego de seis años se hizo justamente en diciembre de 2015) dando por concluida la etapa de las “tasas de 0%”. Estos tres factores conformaron un nuevo escenario, que denominamos en su momento  el “fin del viento de cola”. Ya no se contaba con ese “empujón” constante desde el resto del mundo que tanto benefició a la economía argentina desde casi principios del nuevo milenio, sin embargo aún no se podía caracterizar a esta situación  un viento de frente o en contra: coloquialmente podríamos decir que el viento se había detenido. La permanencia y agravamiento de estas condiciones con el paso del tiempo constituyen ya un nuevo escenario, en el que las condiciones internacionales son adversas justo cuando el Gobierno intenta lograr la estabilización de la macroeconomía y un crecimiento sostenido. El consenso librecambista que gobernó el mundo durante los años 2000, ya no es tal y se ve reflejado claramente en la guerra comercial entre Estados Unidos y China. En casi todos los aspectos que se analice, el mundo cambió, empeoró en los últimos años y el viento ya en contra. Este cambio del mundo implica un condicionante adicional al desafío de estabilizar la macroeconomía argentina y encauzarla en un sendero de crecimiento sostenido. Argentina se encuentra en una encrucijada, como tantas veces en su historia. Para vencer la inflación, y corregir los desequilibrios fiscal y externo, se deben y se pueden aplicar las reformas propuestas. Éstas no son recesivas en el corto plazo y pasarán a ser fuertemente expansivas en el mediano y largo plazo. El resurgimiento de la inversión y del empleo serán una consecuencia de la recuperación de la confianza.  Porque sin las políticas correctivas, la insuficiencia de inversiones y la pérdida de competitividad llevarán a mayores niveles de pobreza y se requerirá más presión tributaria. Pocos inversores desearán invertir en un país con una de las mayores presiones impositivas del mundo y cuyo Estado tiene un peso excesivamente grande sobre la economía. El aumento de la deuda pública como alternativa crea los riesgos que se han puesto en evidencia recientemente. Pero se puede renacer siempre sin endeudamiento neto a partir del 2020 reduciendo genuinamente el gasto público. Esto incluye una reforma del Estado que lo vuelva financiable con impuestos moderados y que además, sea eficiente y útil para los argentinos. El proceso debe incluir medidas que permitan amortiguar el costo social evitando que queden familias sin sustento, con programas y subsidios que permitan la reinserción de empleados públicos en el sector privado. Los gobiernos provinciales deberán acompañar ese proceso.  Se debe modificar el Régimen de Coparticipación Federal de impuestos de manera que las provincias sean responsables de recaudar lo que gastan. Esto colocaría los incentivos en el correcto sentido para gastar menos y mejor. Mientras continua el «minué» preelectoral, la cruda verdad indica que se deben postergar las apetencias personales y sectoriales, y actuar eficientemente en busca de un equilibrio basado en la eficiencia y el compromiso. Para perder el miedo de crecer, hay que dar el primer paso.(www.caraycecaonline.com.ar)

 

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