Ciudad de Buenos Aires, Mendoza, Córdoba y Santa Fe no acataron lo dispuesto por Fernández y rechazan por ahora la virtualidad en todos los ámbitos académicos
No es un dato menor: se trata de los cuatro distritos de mayor peso electoral después de la provincia de Buenos Aires, que gobierna Axel Kicillof.
Tras la intervención de la Corte en la pulseada entre la Casa Rosada y la gestión de Larreta, Córdoba y Santa Fe se desmarcaron del DNU presidencial. Mendoza, en cambio, lo hizo desde un principio. El caso tal vez más llamativo es el del gobernador santafecino, Omar Perotti, que retrocedió asediado por protestas y movilizaciones callejeras de padres. Hay otro denominador común: ninguno de los cuatro distritos está bajo el mando del kirchnerismo cerril. La ciudad de Buenos Aires y Mendoza son bastiones opositores, mientras que Córdoba y Santa Fe son gobernadas por el PJ no kirchnerista.
En enero, el gobernador Juan Schiaretti planteó que habría clases presenciales con un sistema de burbujas y, desde entonces, viene ratificando que es prioridad de su administración sostenerlas. En la última reunión con intendentes, hace diez días, resolvieron sostener la actividad y que las localidades sean las que tengan la última decisión si es que hay una emergencia por contagios de coronavirus.
Según el último informe del Ministerio de Educación, en la primera semana de este mes se activó el protocolo 2181 veces en 815 escuelas, ante casos sospechosos y confirmados de coronavirus. El acumulado desde el inicio de clases totaliza 13.362 casos en 2135 centros educativos. Los reportes señalan que 30% de las activaciones se trató de casos positivos. El sistema educativo cuenta con 62.335 burbujas y en la primera semana se aisló al 1,1%.
Además de las clases, en Córdoba las restricciones resueltas por la segunda ola no son terminantes; el horario de gastronomía y comercios se acortó una hora, los centros comerciales siguen abiertos y sí se suspendieron eventos deportivos de todo tipo (continúan los entrenamientos).
El gobernador Omar Perotti tomó una posición intermedia. Decidió suspender las clases en la secundaria y que vuelva, después de una semana, la actividad en las escuelas primarias y jardines de infantes. Tomó esa decisión el sábado pasado, después de una semana cargada de fuertes críticas y protestas de padres y madres por la restricción aplicada en el sector educativo.
A la par los gremios estatales presionaron al gobernador para que Santa Fe se plegara a la decisión del presidente Alberto Fernández de que en zonas de alerta, situación en la que está Rosario, no se abran los colegios. Esa posición intermedia que tomó Perotti también estuvo condicionada por la decisión que iban a tomar los sindicatos si reabrían todos los niveles educativos.
Aunque las clases presenciales se mantienen y son el objetivo de la gestión de Rodolfo Suárez (UCR) a sostener en pie durante este segundo año de pandemia, la realidad muestra que aún hay escuelas que se ven obligadas a suspender las actividades, al menos por unos días, debido a la falta de previsión y mantenimiento de los artefactos, ya sean estufas o calderas. Estas carencias quedaron reflejadas con la baja de temperatura de los últimos días.
Desde la Dirección General de Escuelas (DGE) reconocieron a LA NACION las dificultades y atrasos en los fondos para que los directores puedan hacer las tareas pertinentes, como llamar a gasistas matriculados para efectuar la reparación o puesta a punto de los equipos.
Informes de los corresponsales Gabriela Origlia, Germán De los Santos y Pablo Mannino
LA NACION
Director: Roberto Muñoz
Si he hablado mal,
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San Juan