La refracción de los cordobeses con el kirchnerismo, se ha dicho, lo deja a Scioli en un escenario complejo: a la hora de hacer números gruesos, el apoyo de esos electores resultaría vital para aspirar a un triunfo en primera vuelta.
Buenos Aires, 14 de setiembre.(caraycecaonline9 En la elección presidencial de 2011, el huracán Cristina Kirchner también pasó por Córdoba. Ganó allí la presidencial con 37,29% de los votos y le sacó casi 14 puntos al entonces novedoso Hermes Binner. A su modo, ocho años más tarde, la Presidenta subsanaba en ese distrito clave el papelón electoral de su marido en el debut del Frente para la Victoria. El 27 de abril de 2003, Néstor Kirchner quedaba quinto, con menos del 11%. Los cordobeses, en aquella elección, prefirieron antes a Carlos Menem, a Ricardo López Murphy, a Adolfo Rodríguez Saá y a Elisa Carrió. Flojito lo del padre del modelo. Pero ayer, un alumno lo superó: el candidato K en la elección a intendente de la capital cordobesa, Daniel Giacomino, con el sello del FPV en la solapa, terminó séptimo, con 2,4%. Le ganaron hasta dos de la izquierda.
La comparación entre Kirchner y Giacomino puede resultar anécdotica para muchos pero seguro preocupa a Daniel Scioli. El aspirante presidencial del proyecto viene de una performance más bien regular en la segunda provincia con más electores del país: el 9 de agosto obtuvo el 14,7%; debajo de UNA (De la Sota más Massa), con 38,7%; y de Cambiemos (Macri-Sanz-Casrrió), con 35,4%. Entonces, las crónicas ya destacaban una baja de Scioli respecto a la reciente elección para gobernador, en la que el representante K, Eduardo Accastello, había alcanzado 17,2%, en un preocupante tercer puesto.
Campaña sucia: afiches buscaban pegar a Scioli con el gobernador electo.
La refracción de los cordobeses con el kirchnerismo, se ha dicho, lo deja a Scioli en un escenario complejo: a la hora de hacer números gruesos, el apoyo de esos electores resultaría vital para aspirar a un triunfo en primera vuelta. En realidad, apenas terminadas las primarias, todos los candidatos presidenciales que quedaron en carrera miraron hacia allí. Matemática pura: de los 9 postulantes que no pasaron el filtro de las PASO, el gobernador José de la Sota fue el más votado; y dentro de su apoyo, el grueso lo consiguió en Córdoba. Más de 600 mil votos. Un montón.
Frente a ese botín, Scioli apeló al manual: llamó al sucesor de De la Sota, el también peronista Juan Schiaretti, para hacerse el amigo. Prometió una relación más fluida con la provincia (peleada hasta en la Corte con el Gobierno nacional por fondos millonarios) y se ilusionó con el acompañamiento de los intendentes del PJ. También, de entrada, mentalmente, dejó una puerta abierta con De la Sota. El mandatario se la cerró: para despejar dudas, se pegó a Massa, lo llevó a Córdoba y ratificó en público que mantenían la alianza. En privado, directamente dijo barbaridades de su colega gobernador.
La elección de ayer en la capital cordobesa, la ciudad más grande del país después de Buenos Aires, resulta otro mazazo. Por la particularidad que tenía la grilla de candidatos, varios de ellos sin referencias nacionales (como Tomás Méndez, un famoso conductor que terminó segundo), no se puede tomar el 2,38% de Giacomino como una mochila lineal para Scioli en octubre. Pero es otra señal de alerta que muestra la debacle K en un distrito clave.(www.caraycecaonline.com.ar)