El resultado de las elecciones del domingo pasado, obliga a aportar una dosis de realismo a la política. Tras el extenso dominio del «relato» oficial de un fantástico mundo paralelo que se dio de bruces contra la voluntad de las mayorías, es posible que el balotaje del domingo 22 de noviembre lo desaloje del poder central .
Buenos Aires, 31 de octubre.(caraycecaonline) La campaña del kirchnerismo, aferrada malamente a supuestos logros, sufrió la peor derrota en la primera vuelta de las elecciones presidenciales. Hasta en el gueto originario de Santa Cruz, la tía Alicia debió apelar, ley de lemas mediante, a los votos del archienemigo interno, el gobernador Daniel Peralta, para prevalecer sobre el radical Eduardo Costa. Aunque parece un éxito efímero, porque al igual que en Tucumán, las denuncias de fraude llegarán a la Justicia y allí se determinará la validez de los resultados. No obstante, ya está claro que el heredero Máximo fue reprobado en su primera incursión en las urnas, derrotado por otro radical, Héctor Roquel, y las bravatas de «La Cámpora» se hunden en la Patagonia, como en el resto del país. Con Santa Cruz en duda, adquieren mayor trascendencia las victorias opositoras de Mario Das Neves en Chubut y Alberto Weretilneck en Río Negro. De este modo, la región se suma a la escalada de retrocesos kirchneristas en los principales distritos donde el crecimiento de «Cambiemos» encabezado por Mauricio Macri, logró un claro ascenso en busca de definir el balotaje del próximo 22 de noviembre, con el candidato kirchnerista, Daniel Scioli. La victoria clave de la dupla Maria Eugenia Vidal -Daniel Salvador en la provincia de Buenos Aires, se suma al pronunciamiento de Córdoba, Mendoza y Santa Fe, con rotunda ventaja de la oposición con vistas a la segunda vuelta.
Ya nadie duda de la crítica situación de Scioli, en especial por el «fuego amigo», como dijo en su lenguaje bélico «el Morsa» Aníbal, protagonista del mayor fracaso histórico del peronismo en territorio bonaerense. El ex motonauta afronta un horizonte incierto, no sólo por el manifiesto desdén del cristinismo duro, sino por las deficiencias estructurales que le impiden encauzar una nueva estrategia para mejorar los resultados del comicio incorporando sectores independientes. Su techo es el voto del peronismo clientelar que ya ha demostrado su volatilidad por ausencia de carisma y compromiso real con las necesidades ciudadanas. No obstante persiste en presentarse continuador de un supuesto «modelo» que solo nos llevó a este presente de desastre. Si hasta su compañero de fórmula, el «chino» Carlos Zannini amenaza con bajarse al menor amago de “salir de la huella”. Ha perdido además, las escasas expectativas de sectores empresarios y sociales, que buscó seducir a cambio de prebendas, y el manejo de oscuros intereses corporativos, en medio de la debacle, al miedo y la amenaza.
El saludable ejercicio del debate, el próximo domingo 15 de noviembre, puede ser el comienzo del fin para una era de dogmatismo y ausencia de diálogo. La era del discurso único que le ha permitido a los Kirchner mantener la farsa de actos de café en la casa de gobierno, donde Cristina sigue llora por el finado, y por el riesgo de los «logros», mientras la Plaza de Mayo es territorio vedado para las protestas populares, cada vez más numerosas.
Para Macri se abre un camino esperanzador, pero necesitado de alianzas firmes y propuestas claras, que interpreten la búsqueda de cambios reales en la estructura del país. Debe pensar más allá de revertir la difícil situación económica, en la necesidad de reformas políticas y sociales que permitan dotar de una renovada mística a su proyecto presidencial. La voz del soberano ha mostrado en las urnas su contundencia. Llegar a la primera magistratura no es una meta, sino el primer paso de un largo camino de esfuerzos compartidos, que la sociedad se ha mostrado dispuesta a seguir.(www.caraycecaonline.com.ar)