Resultó notoria la prudencia del gobierno nacional, que coincidió con el relanzamiento de la relación bilateral, pero no a cualquier precio. (por Jorge Avila)
Buenos Aires, 26 de marzo.(caraycecaonline) Como en las buenas películas policiales, la escena política nacional comienza a recortarse en blanco y negro, con protagonistas cada vez más nítidos sobre un pasado reciente donde poder y delito conformaron una combinación inefable para destruír las estructuras institucionales del país.
La llegada del presidente estadounidense Barack Obama, una confirmación contundente de las expectativas internacionales respecto al nuevo gobierno argentino encabezado por Mauricio Macri, estuvo precedida por las escandalosas denuncias referidas a los principales «empresarios amigos» del poder kirchnerista. Empresarios que acrecentaron sus negocios y extendieron su fortuna, al amparo de los funcionarios corruptos que prohijaron negocios turbios tanto en nuestro país, como en la región. Lo muestra la participación del ex secretario de Transporte Ricardo Jaime en el «lava jato» brasileño, revelada por el magnate Benedicto Barbosa Silva Jr., presidente de la constructora Odebrecht. Ese empresario entregó a la Justicia de su país un listado de beneficiarios en el lavado millonario de divisas donde figuran los principales dirigentes políticos de Brasíl, incluso Lula da Silva y la presidente Dilma Rouseff, junto a varios funcionarios del gobierno K.
En este agobiante clima regional, llegó la comitiva de Obama a la Argentina. El sexto presidente del país del norte en funciones que nos visita, con el claro objetivo de buscar nuevas alianzas continentales. Se propone dejar atrás el turbulento período que paso de las «relaciones carnales» al doble discurso «antiimperialista»
Con el eco de los atentados en Bruselas, la recordación del último golpe de Estado trajo en esta ocasión renovadas reflexiones sobre el ejercicio de la democracia. Los Derechos Humanos, ya no implican un mero hecho reivindicativo que ha dado lugar a los más espúreos negociados. Se trata de una defensa cotidiana de la verdad y la justicia, pero ello se aplica también a la economía, a la educación y las instituciones.
El presidente Macri se encontrará en pocos días con Hi Jiping, el presidente de China, y tiene la ocasión de equilibrar los acuerdos vigentes desde una nueva perspectiva. Luego de tantos desatinos, el final del «default», la reactivación económica y la búsqueda de soluciones a los problemas estructurales como la inflación, no parecen una utopía. Claro que conlleva sacrificios y no pocas espinas, pero el «via crucis» nacional, tiene la esperanza de una resurrección como la que festeja este domingo de Pascua, una sociedad todavía herida, pero que comienza a recobrar su fé.(www.caraycecaonline.com.ar)