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Compañeros del alma

Los integrantes de la banda K que asoló la Argentina

Buenos Aires, 30  de abril. (caraycecaonline) La marcha de cuatro centrales sindicales, a las que no une el amor sino el espanto, el sinuoso avance de normativas amañadas para contener el desempleo y las tensiones ante inminentes definiciones judiciales sobre los personeros del régimen kirchnerista, marcan las vísperas de la conmemoración del Día de los […]

Buenos Aires, 30  de abril. (caraycecaonline) La marcha de cuatro centrales sindicales, a las que no une el amor sino el espanto, el sinuoso avance de normativas amañadas para contener el desempleo y las tensiones ante inminentes definiciones judiciales sobre los personeros del régimen kirchnerista, marcan las vísperas de la conmemoración del Día de los Trabajadores.

Con el oportunismo que caracteriza a las desvaídas huestes del gremialismo autóctono, la movilización convocada ante el Monumento al Trabajo, no fue más que otra demostración de los anquilosados aparatos de un modelo sindical centralista y vertical. Un modelo que  desde hace tiempo da muestras de una fatiga funcional que lo condena a la reiteración de rituales reivindicativos. Esta vez exigieron el aporte de organizaciones partidarias y el «kirchnerismo residual, incluyendo a los mariscales de la derrota» , tal como remarcó el filósofo gastronómico Luis Barrionuevo, quien se desmarcó de la convocatoria, donde «sólo faltaba Boudou para presidir, como lo hacía antes en el Senado», como consignó el pragmático dirigente cuya memorable invocación a «no robar por dos años», fue largamente desdeñada desde los 90 a la fecha.

Tal como destacó el presidente Macri, los reclamos planteados por los sindicalistas, luchar contra la inflaciónos y el desempleo, forman parte de los objetivos del gobierno. Pocas horas antes, el directorio del Banco Central había planteado las metas monetarias con un índice inflacionario anual de 25 %, y mientras en el Senado se planteaba la declaración de emergencia laboral impulsada por el kirchnerismo, el propio Macri había cruzado a los principales líderes empresarios para contener los despidos mediante estímulos fiscales, además de lanzar varios planes para la generación de nuevos puestos de trabajo. El claro objetivo de la normativa pergeñada por Héctor Recalde y  su servidumbre legislativa, es evitar que se normalice el desquiciado mercado laboral tras doce años de subsidios y distorsiones que impactaron en el gasto público, y el déficit fiscal que ha comenzado a corregirse. Pero además, se busca frenar las investigaciones sobre las principales figuras del anterior gobierno, algunas ya encarceladas y otras en vías de serlo.

Todo indica que tras la caída de Milagro Sala, Lázaro Báez y Ricardo Jaime, la Justicia va por sus «capos», Aníbal Fernández, Julio De Vido y Cristina Kirchner, la jefa de la banda. El temor tiene justificativo. A la ratificación del juez Claudio Bonadío por la causa “dólar futuro” y “enriquecimiento ilícito”, se suma el desplazamiento de Daniel Rafecas, un magistrado «amigo», por el juez Julián Ercolini. Este, en junio de 2015, tuvo roces con el kirchnerismo, por abrir una causa para investigar a los diputados de la Comisión de Juicio Político involucrados en el proceso referido a la salud de Carlos Fayt.
Cuando asumió en 2004 en el juzgado federal 10, Ercolini  se encontró con una denuncia por enriquecimiento ilícito contra el entonces presidente, Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner. El matrimonio eligió como defensor a Fabián Musso, socio del estudio jurídico fundado por Esteban Righi, titular de la cátedra donde Ercolini ejercía su labor académica, lo que motivó su apartamiento. En 2005 los Kirchner fueron sobreseídos. Este magistrado se había desempeñado en la Cámara Federal hasta 2001. Luego fue designado coordinador de Investigaciones de Fraudes contra el Estado de la Oficina Anticorrupción, cuando Jos‚ Massoni y Manuel Garrido estaban al frente del organismo, y después fue secretario letrado en la Corte Suprema.

Mientras las excavadoras siguen  hurgando los extensos territorios de Báez, y los valijeros han comenzado a transformarse en «arrepentidos seriales», las perspectivas de la ex presidente de terminar tras las rejas, crecen significativamente al quedar al desnudo un sistema de corrupción impulsada desde el poder, con el único fin de saquear las cuentas públicas del Estado.

Mientras se acallan los bombos, y también los fuegos de artificio del ritual de los popes sindicales, la sociedad insiste en exigir Justicia y cambios. Cambios que permitan al menos, recuperar aquella fórmula que alentó  el añorado Saúl Ubaldini, frente a la dictadura militar y  en los años incipientes de la restauración democrática: «Pan, paz y trabajo».(www.caraycecaonline.com.ar)

 

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