«En Ezeiza sigue el contrabando, principalmente en consolas de juegos, cámaras de fotos y artículos de informática. Cobran 80 dólares el kilo (para no frenar la mercadería). Encarecieron la tarifa que antes era de 40 dólares», dijo un despachante a LA NACION.
Buenos Aires, 7 de junio.(caraycecaonline) Las notas referidas a la institucionalización de la corrupción en la Aduana provocaron un ajuste mayor al de la inflación en las «tarifas» que perciben los agentes aduaneros para no interrumpir lo que debería ser un flujo -ininterrumpido- de las mercaderías del comercio exterior.
La Aduana de Ezeiza es, tal vez, uno de los casos más emblemáticos. Allí el mensaje de las nuevas jefaturas a los agentes fue claro: «Están bajo su propia responsabilidad». Es decir, la cadena se corta hacia arriba, el juego sigue su curso, pero no habría más protección corporativa.
Son muy pocos, no obstante, los auxiliares del servicio aduanero que denuncian estas prácticas.
«Todo sigue igual. Para mover un despacho totalmente en regla tenemos que seguir pagando lo mismo a todo el circuito para liberar un embarque. Si no pagás no se mueve nada», agrega otro despachante.
Los «tarifarios» a los que se refieren son justamente para operaciones legítimas y en regla. Por ejemplo: para la presentación y salida hay que abonar $ 100. Una verificación ronda los $ 300. Si se trata de explosivos o radioactivos, la tarifa se eleva a $ 500.
Si la verificación es urgente, el monto va de los 500 a los 800 pesos. Una toma de contenido cuesta 200 pesos y una «reapertura» 500 pesos.
Pero se aceptan dólares también. Y esto suele pedirse cuando se cometen «errores» en las declaraciones.
La perversión del sistema reside en la rigidez del Código Aduanero. Con una letra tan inflexible, el funcionario aduanero se siente amparado y usa la ley en su propio beneficio: una declaración inexacta (comas, números, puntos…) es un riesgo que no quiere correr ningún despachante (ni importador o exportador), y es lo que habilita el pedido de «colaboraciones» importantes. «Cualquier error abre las puertas al apriete de estos extorsionadores profesionales», se despachó un profesional harto de la corrupción en Aduana.
Sólo los despachantes saben lo que es «no arreglar» o enojar al que firma o sella un expediente. El comercio exterior, como el tiempo, no para.(www.caraycecaonline.com.ar)
lanacion.com por Emiliano Galli