La violencia verbal de Lázaro Báez, el empresario favorito de Cristina hasta hace poco, abrió una semana que se caracterizó por el sinceramiento de las estructuras kirchneristas que medraron en el poder durante doce años y se adueñaron de «un PBI anual de la Argentina completo», según Leo Fariña, valijero de tiempo completo de Néstor Kirchner. (por Jorge Avila)
Buenos Aires, 6 de agosto.(caraycecaonline) El patético desfile de la patota kirchnerista durante toda la semana, en sus diversas versiones, no impide analizar las complejidades de un escenario político que muestra serias deficiencias para la articulación de un proyecto superador, en tanto la sociedad busca refugio de la intemperie económica con los menguados recursos que proveé el cambio de protagonistas.
La violencia verbal de Lázaro Báez, el empresario favorito de Cristina hasta hace poco, abrió una semana que se caracterizó por el sinceramiento de las estructuras kirchneristas que medraron en el poder durante doce años y se adueñaron de «un PBI anual de la Argentina completo», según Leo Fariña, valijero de tiempo completo de Néstor Kirchner.
La procacidad insultante de Báez, deja al desnudo otras violencias que sin duda formaron parte del modo de hacer negocios amparados por Julio De Vido, Ricardo Jaime, José López y otros funcionarios destacados del gobierno «nac & pop». La corrupción sistémica que alcanzó incluso a estamentos de la Iglesia, queda develada en videos y declaraciones evasivas que comienzan a extenderse cuando las papas queman. Nadie vio nada, nadie sabe nada, y si algo pasó, fue culpa de otros. Abundan los y las inimputables que sólo incurren en pecados veniales, que son aquellos que se cometen sin conocimiento de causa. Lejos de ello, siguen los cadáveres en la lista de quienes participaron de la banda saqueadora, y quizá sabían demasiado sobre los tratos mafiosos. Los nombres del ex socio de Báez, Horacio Quiroga, del ex secretario presidencial Daniel Muñoz se suman a la lista encabezada por Raúl Espinosa, aportante de la campaña de 2003 con su firma «Conarpesa», el empresario santacruceño Vittorio Gotti, el camporista y funcionario del ministerio de Economía Ivan Heyn en Uruguay, el periodista Juan Castro y el tesorero del gremio de Camioneros, Abel Beroiz, por citar sólo a algunos. ¿ Forman parte todos ellos de una siniestra metodología ?. Poco avanzó la justicia en las investigaciones de cada caso, y las sospechas siguen vigentes.
En tanto, también reapareció Guillermo Moreno, con otra exhibición de fuerza bruta, esta vez como panelista de un programa de televisión. Su caso, parece más digno de tratamiento psiquiátrico que judicial, aunque no son pocas las citaciones pendientes que tiene el ex secretario de Comercio. No hay que descartar que en su momento asuma una actitud como la adoptada por Hebe Pastor, ex Bonafini, y pretenda estar más allá de la ley, amparada por el «show» de cristinistas residuales que la custodian bajo el manto de su lucha testimonial en épocas de la dictadura. Poco honor hizo al legado de Azucena Villaflor, la desaparecida fundadora de Madres de Plaza de Mayo, motivando el desgraciado desguace de organizaciones civiles de defensa de los derechos humanos, transformadas en gestoras de negocios turbios. Hasta la propia jefa de la patota, Cristina Elisabet se apresuró a pedir su sobreseimiento en las causas donde ya se han comprobado maniobras dolosas, ante las manipulaciones de los propios magistrados alcanzados por cierto «vedetismo» mediático.
La justicia es también el escenario donde se dirime el nuevo cuadro tarifario, mientras el Congreso deliberadamente asordina los proyectos de cambio, y el sindicalismo se reagrupa para volver a negociar desde una posición de fuerza. Como si nada hubiera pasado. Como si dos hombres no hubieran muerto por un escape de gas debido a las inversiones no hechas durante veinte años, como si todos los días las víctimas del desamparo y la desidia no cayeran exánimes en las calles, en los hospitales, y en todos los escondidos rincones de nuestro vasto territorio. Lujuria, pereza, soberbia, avaricia, gula, envidia e ira, son la esencia de una dirigencia, política, social, sindical y empresaria, que todavía se niega a reparar los daños de tanto escarnio, imponiendo la censura y el privilegio como código.(www.caraycecaonline.com.ar)