Opinión Populismo nicaraguense y

La dueña de Nicaragua y la memoria de los argentinos

Ortega y su mujer Murillo

Rosario Murillo, la esposa de Daniel Ortega , tiene 65 años. Se la supone cercana ideológicamente al controvertido Cardenal Miguel Obando, que suele sentarse junto a ella en las ceremonias, cual silencioso endoso.(por Emilio Cárdenas, ex embajador argentino ante las Naciones Unidas)

Buenos Aires, 8 de setiembre.(caraycecaonline) Ella está siempre presente en los actos públicos. No en un lugar secundario, ni discreto, sino en el centro mismo de la escena. Cual dueña de Nicaragua , cuya historia en las últimas décadas ha sido turbulenta. Es Rosario Murillo, la esposa de Daniel Ortega . Tiene 65 años. Se la supone cercana ideológicamente al controvertido Cardenal Miguel Obando, que suele sentarse junto a ella en las ceremonias, cual silencioso endoso. Como acaba de suceder en oportunidad de las pomposas celebraciones del 37 aniversario de la revolución sandinista. La primera dama se proclama amiga de Jane Fonda y Yoko Ono.

Hasta ahora, Rosario Murillo, de estilo hippie, ha sido formalmente secretaria del Consejo de Comunicación y Ciudadanía, creado «a su medida». Probablemente hasta diseñado por ella misma. Desde allí ha ejercido el poder en Nicaragua a partir de enero de 2007. Por una década. La vieja guardia del sandinismo la detesta y le teme, a la vez. Y no lo oculta. Y ella resiente de ellos. Especialmente de Lenín Cerna. Hasta el mismo Edén Pastora evade las respuestas cuando las preguntas tienen que ver con Rosario Murillo. Por prudencia y hasta por algo de resquemor.

Murillo, sobrina nieta del general Sandino, que alguna vez fuera secretaria de Pedro Chamorro en «La Prensa» de Nicaragua, estuvo encarcelada en tiempos de la lucha del sandinismo contra el somocismo. Cuando se exiliara en Costa Rica, en los 70, su casa fue la activa oficina de propaganda del Frente Sandinista. Como periodista disidente y poeta, su actividad fue siempre intensa. Está curtida entonces por su experiencia de vida. Y sabe ser cruel.

Daniel Ortega, con sus 71 años a cuestas, sigue los pasos de Fidel Castro y supone que nunca dejará de encabezar un país que sabe que hoy es casi suyo, en más de un sentido. Inmensamente rico, Ortega es dueño de varios medios de comunicación con los que controla la opinión pública y sus empresas familiares tienen el monopolio de la exportación de alimentos a Venezuela y el de todos los hidrocarburos que se importan de Venezuela, que es el principal socio comercial de Nicaragua y su sostenedor político. Dos negocios casi sin riesgo.

Daniel Ortega acaba de anunciar que será nuevamente candidato presidencial en las elecciones del próximo mes de noviembre. Y la candidata a vicepresidente será Rosario Murillo, cada vez más cerca del poder sobre todo -y todos- en Nicaragua. Ella reemplazará al general Omar Halles, vicepresidente desde el 2011. Es un paso que seguramente tiene que ver con consolidar en la propia familia la sucesión de un Daniel Ortega, visiblemente envejecido y que tiene antecedentes cardíacos que incluyen un infarto, en 1994.

Rosario Murillo es autoritaria. Severa. Y vegetariana. Pero es también muy trabajadora e hiperactiva. Le gusta humillar a todos, incluyendo a sus funcionarios. A veces, públicamente. Ama la tribuna y no para nunca de hablar. Sabe todo, cree. Y locuaz, opina sobre cualquier tema. Sólo ella brilla. Nunca sus ministros, ni sus subordinados o asesores. Todo es, presuntamente, obra de ella, menos los fracasos.

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