Las columnas de humo de Puerto Mata crecen cada mes, un despilfarro asombroso en un momento en que Venezuela, el país con las mayores reservas petroleras del mundo, necesita con desesperación el dinero de cada barril de crudo para importar alimentos y medicinas.
Las columnas de humo de Puerto Mata crecen cada mes, un despilfarro asombroso en un momento en que Venezuela, el país con las mayores reservas petroleras del mundo, necesita con desesperación el dinero de cada barril de crudo para importar alimentos y medicinas. En este caso, los yacimientos queman dinero, casi literalmente.
Por si esto fuera poco, por cada barril de crudo liviano que se quema en los pozos de Punta de Mata, Venezuela tiene que gastar dólares para importar un barril de diluyente que mezcla con el petróleo pesado producido en el sur del país.
«Es única y exclusivamente un problema de mala gestión», dice Carlos Bellorin, analista petrolero de IHS Inc. en Londres. «No hay otra explicación racional para tal desperdicio».
El estado decrépito de campos como los de Punta de Mata, de donde proviene el grueso de los ingresos del país, es una de las principales razones por las que la producción del país cae más rápido que la de cualquier otro productor importante salvo Nigeria, donde el gobierno enfrenta una insurgencia.
El descenso de la producción ahonda las tribulaciones que atraviesa la economía del país que, según las proyecciones, se contraerá 10% este año. El gobierno tiene problemas para obtener los dólares suficientes para importar medicinas y alimentos y pagar cerca de US$16.000 millones a sus acreedores hasta fines de 2017.
En los yacimientos de la sabana oriental, las plataformas de bombeo están inertes ante la falta de repuestos, los lanchones abandonados se oxidan y los operarios que ganan US$9 a la semana a menudo se saltan turnos.
En total, la cantidad plataformas de perforación en Venezuela cayó 25% entre septiembre de 2014 y 2015, según la empresa estadounidense de servicios petroleros Baker Hugues Inc. En la actualidad, hay más plataformas en operación en Omán, cuyas reservas probadas son apenas 1,7% de las de Venezuela.
«No creo que este gobierno logre estabilizar la producción incluso si suben los precios del petróleo», dijo Luisa Palacios, analista de Medley para Venezuela.
Los trabajadores petroleros en Punta de Mata, que en su momento fue uno de los grandes centros de producción de crudo, atribuyen el descenso a las expropiaciones del gobierno, la corrupción y el colapso de los salarios que dejó a la petrolera estatal Petróleos de Venezuela S.A, PDVSA, con las manos atadas.
Las empresas internacionales de servicios, como las estadounidenses Schlumberger Ltd., Halliburton Co. y Baker Hughes, que antes perforaban los yacimientos de Punta de Mata y gestionaban el flujo asociado de gas, han casi todas hecho sus maletas, afectadas por los miles de millones de dólares en cuentas impagas o la expropiación de sus activos en el país.
Conforme las multinacionales comenzaron a dejar de operar sus plataformas de perforación y la mano de obra capacitada se marchó, la producción de la cuenca del norte de Monagas, que abarca Punta de Mata, se desplomó dos tercios en la última década, la caída más pronunciada del país, según los gerentes regionales de PDVSA.
Impactada por la escasez de efectivo, PDVSA está tratando de postergar por tres años el vencimiento de bonos por US$5.000 millones, una medida que la calificadora de riesgo Standard & Poor’s calificó como «equivalente a una cesación de pagos».
La empresa, que ha dejado de pagar su deuda interna. reconoció en su último informe anual que a finales del año pasado adeudaba cerca de US$19.000 millones a contratistas que proveen desde plataformas de perforación a almuerzos.
Después de asumir un cargo contable de US$500 millones ligados a sus negocios en Venezuela, Schlumberger, la mayor firma de servicios petroleros del mundo, empezó en junio a desmantelar sus operaciones en los campos maduros. La empresa anunció despidos, suspendió las operaciones en algunas plataformas y dijo que sólo trabajaría con PDVSA si recibía el pago por adelantado y en efectivo.
«Schlumberger tiró la toalla», dice Héctor Navarro, un gerente de producción de PDVSA en el norte de Monagas. Hace algunos meses, Saipem, una subsidiaria de servicios del gigante energético italiano Eni SpA, retiró sus plataformas del norte de Monagas y despidió unos 300 trabajadores, según el sindicato nacional FUTPV. El director general de finanzas de Saipem les dijo a los inversionistas en julio que la empresa había «reducido casi a cero nuestra exposición operacional a Venezuela».
Halliburton sólo perforará este año en los proyectos de PDVSA cuando la empresa estatal esté asociada con un accionista extranjero y tenga una mayor probabilidad de recibir su pago, según el testimonio de dos ingenieros de la empresa.
«Esas firmas extranjeras tienen el conocimiento y el capital que nosotros simplemente no podemos igualar», señaló Igor Miranda, propietario de Venecia & Service Co., la mayor compañía de servicios petroleros de Punta de Mata. «La situación es crítica».
Schlumberger y Halliburton declinaron referirse a la situación de sus operaciones en el país. El presidente de PDVSA, Eulogio del Pino, dijo que la empresa está invirtiendo para reducir las quemas de gas y tratando de que empresas más pequeñas se hagan cargo de los yacimientos maduros. El ejecutivo añadió que la producción de crudo y otros líquidos ascenderá a los 2,7 millones de barriles al día a fin de año, un descenso de 2% respecto del promedio de 2015.
En los años 90, Punta de Mata era una ciudad pujante repleta de profesionales del sector petrolero con un campo de golf, canchas de tenis y un aeropuerto en las cercanías con conexiones directas a balnearios del Caribe. El operario de perforadora Luis Centeno cuenta que con la bonificación navideña que recibió en 1998 le alcanzó para comprarse un Jeep Cherokee. Hoy, tras las múltiples devaluaciones del bolívar y una inflación galopante, gana US$20 al mes al tipo de cambio oficial.
PDVSA trató de revertir la caída en la producción de los yacimientos maduros al redoblar la apuesta por el desarrollo de vastas reservas de crudo extra pesado en el Río Orinoco con la idea de que es más fácil extraer ese petróleo. Otorgó un contrato en septiembre de US$3.200 millones a tres empresas, incluyendo Schlumberger, para perforar 480 pozos en la Faja del Orinoco.
Las empresas serán pagadas de cada barril de petróleo que PDVSA venda de esos yacimientos.
Pero es improbable que la nueva ofensiva marque una diferencia importante en los ingresos petroleros de Venezuela, tomando en cuenta el alto costo de procesarlo, dice Bellorin, el analista de IHS.(www.caraycecaonline.com.ar)
Wall Street Journal Américas-María Ramírez, en Puerto Ordaz, contribuyó a este artículo.