(Por Jorge Augusto Avila)
Buenos Aires, 10 de junio.(caraycecaonline) Con la campaña ya lanzada, y en plena etapa para definir las listas de candidatos, es un buen momento para alejarse de tanto chisporroteo y avivar algunos fuegos más interesantes. Al fin y al cabo, que gente como Florencio Randazzo, Cristina Kirchner y Sergio Massa hagan todo lo posible para que el peronismo desaparezca definitivamente como fuerza política, en tanto Mauricio Macri, María Eugenia Vidal y Elisa Carrió buscan consolidar nuevos espacios, no soprprende a nadie. La pregunta es, ¿ como llegamos hasta esta instancia ?. Si el amigo lector busca saber que nos deparan las urnas en octubre, puede ir buscando un buen café, para entibiar estas frías jornadas de otoño.
En cualquier sociedad con muchas desigualdades, como la nuestra, el principal problema de la democracia es que hay gente que tiene mucho dinero y otra que tiene muy poco. Frente al gran capital nacional e internacional, cuyo puntaje de poder es de cien, el poder de las mafias y los grupos corruptos es de diez o cinco. No pueden alterar la democracia.Los historiadores suelen decir que hacen falta por lo menos 20 años de distancia para ocuparse de una época. Sin embargo, la historia no se repite y es riesgoso analizar los hechos del pasado con valores del presente. Pero hay ciertos procesos causales que sí se repiten. Pensemos en la Argentina de 1898. ¿Era parecida a la actual?. No, era bastante distinta. Pero había una fuerte corrupción. La organización popular era mucho más débil, no había un partido de masas porque el radicalismo recién empezaba. Había un Partido Socialista aún muy pequeño y un anarquismo un poco más fuerte. Pero también había jueces corruptos. No había muchas garantías. A pesar de todo, hoy una persona de la clase media o de los sectores populares tiene más normas de protección de sus derechos. Claro que la corrupción es otro tema, porque entonces no estaba vinculada a la mafia. Había crímenes políticos y matones, un anarquismo que ponía bombas y una Policía que reprimía con todo. Pero hoy las mafias son más peligrosas y están en los niveles altos. El país está en condiciones de controlar esas mafias. El gran cambio que hubo en la Argentina es básicamente positivo. Tenemos un régimen de democracia y de competencia entre partidos que es estable como no lo fue en mucho tiempo. Durante cincuenta años tuvimos golpes de Estado o potenciales guerras civiles, democracias sin derechos de la oposición o dictaduras. Eso está terminado. Hay más legitimidad y ya no se juega el todo por el todo en una elección. A lo mejor, el entorno del Presidente sí se lo juega, pero tampoco es un grupo tan poderoso. De todos modos, la oligarquía del dinero sabe que hoy los sectores anticonservadores que existen en una parte del peronismo y del radicalismo, en el Pro y en algunos sindicatos, se oponen al sistema dominante, pero no son revolucionarios. Puede venir un cierto proceso de neoproteccionismo, que se va a dar, por ejemplo, con acuerdos como el de la Unión Europea y el Mercosur. Un poco de protección a la industria, un Estado que intervenga y controle más. Inclusive sobre la migración. Parece lógico que Europa y EE.UU. practiquen un control. No que lo haga por razones racistas, aunque también las tienen. Pero es natural que sus gobiernos eviten que aumente la proporción de población de origen étnico y religioso distinto a la autóctona, porque eso trae reacciones que pueden apreciarse en estos días, de diversas formas.
Las candidaturas, están todas en período de formación pero la conciencia popular no. Se advierte un creciente descontento hacia la hipocresía y cinismo que reinaron durante doce años, y se abren expectativas por nuevas opciones que desde el triunfo de Cambiemos en 2015, se abren paso en una sociedad oscilante. Son tiempos aún duros y los datos de la economía son elocuentes. Pero se avizora una etapa de mejores perspectivas, donde las instituciones comiencen a jugar un verdadero rol fundacional hacia un nuevo país, más federal, mejor administrado y con calidad de vida. Ningún parto es sencillo. Pero a la hora de los votos, todos los ciudadanos decidirán el suyo en defensa propia. Y la República podrá entonces comenzar a crecer en busca de un horizonte de prosperidad, unión y justicia.(www.caraycecaonline.com.ar)