Política Panorama Político

Heroísmo y Esperanza

René Favaloro

Los luchadores que terminan inhumados en el olvido nos demuestran que las sociedades, previamente, ya habían enterrado sus propios derechos y valores colectivos.(Por Jorge Augusto Avila)

Buenos Aires, 25 de noviembre.(caraycecaonline.com.ar)En un mar de discursos expiatorios y políticamente correctos, el naufragio del submarino ARA San Juan se ha convertido en nuevo eje de desasosiego y malestar general, exhibiendo el desgaste de una sociedad banalizada por discursos meritocráticos y proclive a una suerte de realismo trágico. No hay explicaciones compatibles para la angustia, cuando la desidia y la anomia forman parte de la conducta cotidiana y el horizonte asoma propicio para cínicos y oportunistas. Por eso, en estas horas de tristeza por el destino de los compatriotas perdidos en el mar, es preciso acudir a una disciplina poco frecuentada en el ser nacional: la contrición. Y para hacerlo recurrir a quienes nos inspiran valores que sencillamente nacen de un comportamiento esencial. Hacer lo que corresponde, con nuestra capacidad y honestidad, y afrontar las consecuencias.

Ejemplos de esta filosofìa de vida que permanecen en el tiempo, no son muchos, y ello no es casual. ¿ Con que frecuencia se nombra y rememora a René Favaloro, el cirujano que apeló al heroísmo para extender su ciencia ?. También el luchador incansable, que un día se cansó. Es importante la continua recordación de quienes en etapas oscuras del país, dieron ejemplo de lucha contra las lacras sociales que horadan valores éticos y morales.

En diversas etapas de la historia reciente, la memoria sesgada de los gobiernos promueve cierta amnesia social que se extienda a la comunidad. En especial cuando se borran del acervo colectivo nombres de personas que encarnaron luchas sociales, que reivindicaron derechos o abrazaron principios que los llevaron a dejar la vida en su defensa. Además de las recurrentes omisiones a René Favaloro, hubo otros hechos significativos en tal sentido. Hacia finales del gobierno anterior, se decidió quitar el nombre de Alfredo Pochat al auditorio de la sede central de ANSeS. Así, no sólo se profanó la memoria de quien fue asesinado por investigar y denunciar actos de corrupción en la entidad, sino que se pretendió ignorar a su familia negando el tributo merecido a quien les fue arrebatado, condenado a un injusto anonimato dentro del propio edificio donde bregó para que el Estado garantizara uno de los derechos básicos de la sociedad, al cuidar la administración de los recursos públicos que debían ser destinados a pagar jubilaciones dignas. Cabe recordar que en 1997 mientras cumplía su labor como auditor denunciando hechos de corrupción que involucraban a la titular de la delegación marplatense, el marido de la funcionaria le disparó a quemarropa y acabó con su vida. Y con él culminó la investigación, ya que la ANSeS no continuó impulsándola, y a pesar de la condena de su asesino retornó la cobardía y la complicidad, el sistema que garantiza impunidad a los corruptos. En su caso, como en el de Favaloro, la tarea de investigación de la corrupción estructural en el Estado debe ser reconocida, su lucha valorada y perpetuado su recuerdo, honrando la más alta consideración pública. Las sociedades que se superan son las que mantienen la continuidad de sus procesos de aprendizaje y valoran las acciones de sus miembros desde la coherencia colectiva. En cambio, aquellas que fundan su desarrollo en sucesiones de rupturas y contradicciones transitan el estancamiento de recomenzar cada día, porque carecen de memoria y referentes. Por ello la restitución del nombre de Alfredo Pochat al auditorio del organismo repara el agravio e implica un mensaje de esperanza en tiempos de escándalos que parecen infinitos. Los luchadores que terminan inhumados en el olvido nos demuestran que las sociedades, previamente, ya habían enterrado sus propios derechos y valores colectivos. Más allá de los símbolos, es posible que no se pierda ahora la oportunidad de que la altura de hombres como Favaloro y Pochat nos eleven como sociedad. Y no volver a naufragar en un mar de especulaciones, intereses miserables y oportunismo. Que se rescate la esperanza y el heroísmo de quienes hacen lo que tienen que hacer, sin discursos grandilocuentes ni infautados, arriesgando sus vidas para ser un poco mejores cada día. Como el médico y el auditor en las turbulencias burocráticas de los politizados sótanos estatales . Como los marinos en las profundas aguas del mar austral.(www.caraycecaonline.com.ar)
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