(Por Jorge Avila)
Lo que resulta importante señalar es que en estas las caídas de abril y mayo aún no había tenido casi impacto la inestabilidad cambiaria, y la contracción económica respondió a la sequía y su efecto derrame sobre otros sectores conexos, como el transporte, rama que cayó un 5%. En base a ello, descontado ya un segundo trimestre fuertemente recesivo como consecuencia casi exclusivamente de la sequía, queda por delante un tercer trimestre de contracción, como consecuencia ahora del impacto sobre la economía real de la crisis cambiaria, la aceleración inflacionaria y la caída de los salarios reales consecuente.
Sin embargo, la caída que tendrá lugar en el tercer trimestre tendrá una intensidad menor a la que están reflejando hoy los números oficiales. Esto sería así ya que, si bien la inestabilidad cambiaria fue importante y el dólar tuvo un aumento interanual del 70%, el impacto de la pérdida de más del 35% de la siembra de soja y del 15% de la de maíz implicó una pérdida de riqueza en el segundo trimestre que difícilmente pueda replicarse por los efectos sobre la demanda en el tercero.
Con este escenario la recuperación deberá conseguirse por otra vía, algo más lenta pero sostenible: un manejo cauteloso de la política monetaria, reduciendo las tasas de interés a medida que la aceleración inflacionaria, el riesgo país y las expectativas de devaluación vayan cediendo, para evitar un nuevo episodio de volatilidad y generar las condiciones adecuadas para un resurgimiento de la inversión; condiciones climáticas adecuadas para maximizar la cosecha de trigo que comienza a levantarse en diciembre y evitar un nuevo proceso de apreciación cambiaria que vulnere la sostenibilidad externa del crecimiento. Si todas estas condiciones se dieran, podría pensarse en el inicio de una recuperación. Cuanto antes ocurra, mejor será el escenario para dejar de agitar fantasmas represivos, cuando en realidad se trata de renovar el rol de la Fuerzas Armadas en el contexto social, y no extender debates con los eternos socios del fracaso, que nos han arrastrado solo a la violencia y la mentira. Es hora de acallar a los estafadores alborotados y los agoreros todavía sin castigo. (www.caraycecaonline,com.ar)