No nos hicieron mejores Alfonsín, Menem, De la Rúa,Duhalde, Kirchner ni Cristina
Buenos Aires, 23 de marzo.(caraycecaonline) Quizá ustedes buscan encontrar aquí un sesudo análisis de las fogatas electorales, o las cifras de una recesión impiadosa y los malabarismos de los economistas. O las casi grotescas correrías judiciales de las bandas kirchneristas, incluyendo los avatares del ave Florencia, refugiada en la isla propiedad de los hermanos Castro. Pero todo pierde relevancia ante un calendario que , sin anestesia, nos retrotrae a un hecho que provocará nuevas marchas y controversias . Se cumple un nuevo aniversario, el 43º, de la implantación del llamado «proceso de reorganización nacional». Título pomposo con el que sumó a nuestro país a las dictaduras sudamericana que de los 50, producto de la estrategia estadounidense destinada a controlar su «patio trasero» durante la Guerra Fría. La zaga había comenzado con el cruento golpe pro británico con «olor a petroleo» contra Juan Perón en nuestro país, uno de los líderes de la Tercera Posición y escollo principal junto a Getulio Vargas en Brasíl, a quien empujaron al suicidio. El tercero en caer fue Joao Goulart, otro brasileño, a quien se constató que lo envenenaron. Jango como lo apodaban intentó algún gesto de resiliencia contra el poder de la potencia regional, y en 1964 fue barrido por los generales evangelistas brasileños, que ahora reivindican en su propio país. En aquel mismo año. hay que recordar que esos militares fueron los que obligaron al general Perón a volver a España, frustrando así un temprano retorno a su Patria. Paraguay en manos del dictador Alfredo Stroessner desde 1954. Pero el ascenso del General Juan José Torres en Bolivia y el triunfo del socialista Salvador Allende en Chile, fue demasiado para la CIA. Y en 1971 y 1973 llegaron los golpes de Hugo Banzer y Augusto Pinochet. El tranquilo Uruguay se sumó con el gobierno títere de Juan María Bordaberry en 1973, el mismo año que aquí la recobrada democracia no escapaba al rugir de los fusiles. Los desatinos y la corrupción terminaron en el golpe de 1976, que no sorprendió a una ciudadanía exhausta de la lucha fraticida y los desquicios económicos. Pero mientras tanto, ¿ que sucedía en las calles porteñas en aquellos años convulsos ?. La ciudad era una meca de exiliados, muchos de los cuales terminaron asesinados, como el General Torres en su departamento de Retiro, o los legisladores opositores uruguayos Zelmar Michelini y Héctor Gutiérrez Ruiz en un hotel céntrico, o el General opositor chileno Carlos Prats cuando regresaba junto a su esposa al barrio de Palermo, donde residía en el exilio. Tiempos violentos, que se acrecentaron tras la muerte de Perón en 1974 y culminaron con el ascenso de la junta de comandantes aquel 24 de de marzo de 1976. Desde hacia meses se sabía que el gobierno de Isabel y López Rega tenía los días contados. El «brujo» como le llamaban, escapó antes de la caída y fue apresado años después para morir en un oscuro sanatorio de la calle Plaza, en Saavedra. La viuda de Perón, aún vive en Madrid. Rara coincidencia. También en España, pero en Barcelona se afincó el jefe guerrillero Mario Firmenich, gozando de la impunidad y los millones cosechados en secuestros, robos y asesinatos junto a sus socios Fernando Vaca Narvaja, hasta no hace mucho funcionario en el Sur, y José Cirilo Perdía, cómplice de líderes piqueteros. ¿ Quien gobernaba en la ciudad por entonces ?. El intendente era José Embrioni, un general retirado, amigo de Perón, quien tuvo entregar su mando a los militares que tras un breve interinato designaron a Osvaldo Cacciatore, cómplice de negocios como el Parque Interama, y practicante de «limpiar» a Buenos Aires pateando a los caídos, en las villas o en las calles. Una urbe como hemos referido, largada de violencia con bandas extremistas y terrorismo de Estado, que se afincó en la antigua Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) de Nuñez, y centros clandestinos en todo el éjido territorial. Tambíen seguían los ataques guerrilleros, que cobraban muchas veces víctimas que nada tenían que ver con aquella pugna atroz. El tiempo pasado no debe ser negociado. Pedir olvido y reconciliación es loable pero infructuoso. Tanto como las baldosas donde se recuerdan a vecinos muertos en los distintos barrios de la ciudad. Sí es necesario recordar la irrupción de una indiferencia cómplice en la población aterrada, el «algo habrán hecho» levantando sospechas y, sobre todo, la ruptura de un tejido social solidario que nunca se recompuso. La «grieta», que tenemos como marca de orígen, nunca alcanzó proporciones tan salvajes como las que tuvo desde ese día cuya sóla mención inquieta. Había «contreras» y «cabecitas negras», «dialoguistas» y «duros», tantas otras calificaciones que recorren la historia. Pero antes de que todo aquello pasara, había también refugios en el alma. Todavía hay quienes piden reconciliación. Olvidan las huellas de nuestras heridas hechas sin anestesia, con las que tuvimos que aprender a convivir. Y todavía hay mas. La democracia recobrada no nos ha hecho mejores. Las calles siguen dominadas por la sospecha y la agresividad. Cíclicamente surgen nuevas criaturas surgidas de aquel «huevo de la serpiente». Si el Estado sigue siendo considerado un «botín de guerra» como han demostrado alfonsinistas, menemistas, duhaldistas, kirchneristas y liberales. Todavía rige la ley del más fuerte. Por eso es importante culminar un ciclo institucional completo y complejo este año. Trascender aquella historia que la mayoría de nuestra sociedad no vivió. Y empezar otra, donde la esperanza vuelva a tener sentido.(www.caraycecaonline.com.ar)
(Dedicado a Luis, Olga, Lola, Valentina, Catalina, Nina, Germán, Julián, Eugenia, Rocco, Juan Martín, Macarena y todos los nietos queridos que construirán el futuro)