Buenos Aires, 6 de setiembre.(caraycecaonline) Ahora que las campañas proselitistas están lanzadas a fondo, y pueden apreciarse las carencias estructurales de todos los sectores que se remiten a improbables promesas de mejoras materiales, es conveniente realizar algunas reflexiones sobre la trascendente decisión que habrá dentro de tres domingos. Pasando por alto las excentricidades de los gurus de campaña, el españolizado Leandro Raposo, un fracasado que logrò un refugio ibérico despues de estrellas a la Alianza, encabezada por el extinto De La Rúa, y el «Chanta» Alvarez que todavía está colgado de algún organismo residual, y del ecuatoriano Durán Barba, quien tras las PASO está contando bananas para Larreta y compañía, se parte de dos graves falacias. Ni el frente es de todos, ni estamos tan juntos para el cambio. El discurso falaz y «moderado» de la viuda negra CFK entre sus constantes viajes cubanos, ni las arengas de ocasión del profesor Alberto «Fallutelli», logran contener los arrestos de sectores que cuando huelen sangre, van por la presa. Prometen, tempestades en jarrones de agua servidos por los empresarios como Acevedo, Campos Magnetto y otros. Seamos claros. Se les están piantando los votos reales de la sociedad que salío de su anomia, y no logran rearmar los mecanismos fraudulentos que les permitió prevalecer en unas primarias dudosas. Por otra parte, Macri y parte del oficialismo se presentan como víctimas sacrificiales aceptando errores, esfuerzos excesivos y ratificación de rumbo. No, Mauricio. Lo que se hizo mal, ya está, la gente lo entendió y los esfuerzos, para ser sinceros fueron bien pocos. Hay cosas que ratificar, pero primero hay que entender el planteo de una sociedad ávida de ingresar a un período de crecimiento sostenido, que se posterga por diversos factores, desde comienzos del siglo pasado. No hay que victimizarse, sino hacerse responsable. El macrismo, radicales y cívicos, llegaron al poder interpretando el discurso de una burguesía nacional que constituye el eje vertebral del país. Se recuperó institucionalidad, calidad de vida hasta donde se pudo y variantes económicas que permitieron zanjar crisis diversas en un contexto externo de «guerra» comercial e inversiones remisas. El futuro, no se presenta muy alentador, pero gane quien gane, deberá enfrentarlo con las armas existentes. Las castas sindical, empresarial y política, que pretenden ser voceros de una inexistente lucha clasista, con reformas agrarias, financieras y laborales tan moderadas como mentirosas, no son más que títeres de las apetencias foráneas. Repasemos como les ha ido a los «revolucinarios». Bipolarización del mundo con la creación del imperialismo soviético, guerras y más guerras desde entonces. Gran negocio para todos. Después de la caída, vemos los desastres producidos por esos zares corruptos, y los emblemas capitalistas. ¿ Derechos humanos, civiles, libertad de expresión, un mundo mejor ?. ¿ Que es eso ?. Brexit, aranceles y desastre climático, es lo que están dejando para el futuro. El único lugar donde hay lucha de clases es la Cuba fidelista: están los funcionarios y milicos, y los sobrevivientes de un pueblo racionado. China y Estados Unidos siguen jugando al póker o al go con el destino de los pueblos. Por eso, para el 27 de octubre hay que tener claro que clase de lucha, es la lucha de clases que proponen los profetas del apocalípsis. Se elige entre meros restauradores de un mecanismo de corrupción con varias caras, o quienes proponen una alternativa, honesta, decente y patriótica. No hay más opciones. Piénselo antes de elegir la boleta y poner el sobre en la urna.(www.caraycecaonline.com.ar)