Buenos Aires, 9 de noviembre.(caraycecaonline) El Mariscal polaco Joséf Pildsudski fue el primer jefe de Estado de la Segunda República de su país. Desde la Primera Guerra Mundial del siglo pasado tuvo gran influencia en la política europea. Sus arengas son memorables. La más conocida «Vencer y dormirse en los laureles, es una derrota. Perder y no rendirse, es una victoria». Los resultados electorales en nuestro país permiten remitir a tal aserto. El triunfo del kirchnerismo no impidió el notable crecimiento del voto opositor, mayor en cantidad a la victoria de la coalición oficialista que llevó al gobiermo a Mauricio Macri en 2015 y lo ratificó en 2017. El vendaval económico, nacional y externo, provocó un desgaste anticipado que se combinó con siempre sutíl diplomacia vaticana a través del delegado papal Marcelo Sánchez Sorondo, obispo y referente kirchnerista, además de acciones psicológicas desastibilizadoras. Las impresionantes manifestaciones populares republicanas del mes previo a los comicios no lograron alcanzar el balotaje. Pero sumaron una cantidad de puntos que se refleja en el panorama del futuro gobierno como una señal de alerta. No hay margen para el «vamos por todo», ni para la impunidad que ya ha comenzado a esbozarse, no sólo aquí, sino a nivel regional. El primer viaje del tio Alberto fue para estrechar las manos manchadas de sangre del méxicano López Obrador, liberador reciente del clan de hijos narcotraficantes del «Chapo» Guzmán. Así revela a su país el primer narcoestado de América latina. ¿ Será ese el modelo del «renovado» kirchnerismo» que dejó su tarea inconclusa después del triple crímen de General Rodríguez, y los dudosos aportes de campaña que recibió Héctor Capaccioli, recaudador de campaña con nueve causas abiertas en la Justicia ?. Adivinen que cargo tuvo durante la anterior gesitión kirchnerista; fue superintendente de Seguros de la Nación. Cargo que en los ’90 proyectó al futuro presidente. La ola de descontento que se propaga en el continente, contra Evo, Lula, el títere Maduro y las pretendidas defensas de Correa y Duque, como lo refleja el colega colombiano Daniel Samper Ospina en sus artículos, comienzan a ser alentadas desde el sur. pero las sociedades se defienden, con el arma que les brinda la democracia. El voto opositor a las hegemonias tolerantes con los negocios narcos ha crecido notoriamente. El gobierno de Macri se retira con un 41% de aprobación, algo inédito desde el retorno de la democracia. Implica perder sin rendirse. Un balance de la gestión demuestra que en sólo tres años hubo un crecimiento exponencial de la obra pública, las exportaciones y la apertura de muevos mercados, un manejo de cuentas ajustado, y el cumplimiento de los presupuestos. Todo ello, en minoria en ambas Cámaras, implicando un esfuerzo extremo, bien manejado por los jefes legislativos, Federico Pinedo y Emilio Monzó. Se logró una estructura legal que permitió el avance en distintas áreas. Quedó pendiente la reforma del Código Penal Procesal, aunque avanzado, y distintas leyes que sanean el oscurantismo sindical, empresario y comercial. Pero los papeles se invierten ahora. Es el nuevo gobierno quien esta en minoría. ¿ Tendrá vocación republicana para elegir la conciliación, o volveremos a la confrontación improductiva de «escribanía» eficiente ?. El silencio de la reina «Cretina», eterna en su ambiciòn disociadora no augura buenas respuestas. En un mes llega el traspaso de poder. Por primera vez con normalidad en la era democrática iniciada en 1983. Hay una sociedad dispuesta a resistir. Ya conoce los alcances de la corrupción y la verdadera lucha para construír un Estado de Derecho quizá mejorable pero imprescindible. La futura oposición debe crecer bajo nuevos acuerdos ante al nuevo escenario. La herida no es profunda para el país, y poder cerrarla será el destino que guiará estos tiempos agitados que nos esperan.(www.caraycecaonline.com.ar)
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