Buenos Aires, 30 nov 2020.(caraycecaonline)La llamada Mesa contra el Hambre se ponía en marcha de la mano de varias figuras mediáticas, muchas de ellas, históricamente alejadas de los debates sobre la pobreza. Pasaron 11 meses desde esas fotos de los mosqueteros del hambre y ya es posible tomar perspectiva de la principal política pública que surgida […]
Buenos Aires, 30 nov 2020.(caraycecaonline)La llamada Mesa contra el Hambre se ponía en marcha de la mano de varias figuras mediáticas, muchas de ellas, históricamente alejadas de los debates sobre la pobreza.
Pasaron 11 meses desde esas fotos de los mosqueteros del hambre y ya es posible tomar perspectiva de la principal política pública que surgida de entonces. En silencio y lejos de los grandes anuncios mediáticos, la Tarjeta Alimentar se convirtió en la más descomunal herramienta para poner alimento en el changuito de 1.567.751 argentinos. En lo que va del año, la herramienta depositó en total $83.339 millones en efectivo para compra de comida.
El plástico, que se puso en marcha en diciembre pasado con la entrega de 6290 unidades, es «una política de complemento integral alimentario que no suplanta a la Asignación Universal por Hijo ni a ninguna política existente», según la presenta la Anses en su página. El organismo, que es quien deposita el dinero y tiene a su cargo la base de datos con el universo de beneficiarios, aclara que la implementación depende del Ministerio de Desarrollo Social. «La tarjeta no sirve para extraer dinero en efectivo. Solo puede ser usada para la compra de alimentos de la canasta básica, excluyendo bebidas alcohólicas», informa.
En silencio y empujada por la pandemia, la cuarentena y el aumento de la pobreza, la Tarjeta Alimentar se convirtió en una descomunal herramienta. Según datos del Ministerio de Desarrollo Social que maneja Daniel Arroyo, hasta el 30 de septiembre pasado se depositan 272 millones de pesos por día en promedio. La cifra, que podría no indicar demasiado aislada, toma relevancia cuando se la compara con el total del dinero que se gastó en alimentos.
Siempre según datos oficiales, en los primeros nueve meses del año se destinaron 94,461 millones de pesos para las llamadas «políticas alimentarias», según las describe el Ministerio de Desarrollo Social. De ese monto, 74.272 millones corresponden a la tarjeta que deposita 4000 pesos por mes a cada una de las madres que tienen un hijo menor de seis años y de 6000 a las que tienen dos hijos.
Pero de regreso a ese monto, el Ministerio de Desarrollo Social ya tiene en ese plástico su principal herramienta de gestión. De hecho, la prepaga ya se lleva 79% del total de la compra de alimentos. Las polémicas licitaciones de comida se llevaron $3445 millones, es decir, un 5% de lo que representa la Tarjeta Alimentar. Otro tanto ($3647 millones) se fueron para comedores y merenderos y finalmente, $7301 millones se utilizaron para comedores escolares. Todo muy lejos de los $74.000 millones del crédito.(www.caraycecaonline.com.ar)