En un crítico artículo, el periódico estadounidense describe la estrategia rusa para captar el global mercado de la vacunación y el rol de Argentina.
Respecto de la campaña de vacunación local, el prestigioso periódico estadounidense señala que su lanzamiento, a fines de diciembre, «ha puesto de relieve preguntas relacionadas con la falta de transparencia sobre la Sputnik V», lo que «despertó cierta desconfianza entre los argentinos respecto de su seguridad». Al respecto, el Wall Street Journal cita una reciente encuesta de Poliarquía, también difundida por Clarín, que muestra que disminuye en la gente la intención de vacunarse y que la Sputnik V es la que tiene menores índices de confianza. El 28% de los encuestados dijo tener «nada de confianza» contra este fármaco, contra un 10% que contestó lo mismo sobre el de Pfizer y un 9% respecto de AstraZeneca/Oxford.
También apunta que Argentina comenzó a vacunar sin la documentación que confirme que la vacuna puede aplicarse a los mayores de 60 años. «Entre los primeros países de América Latina en ser inoculados, 200.000 personas en Argentina recibieron la Sputnik, la mayoría personal de salud y otros trabajadores esenciales. Muchos de ellos están felices de recibir la inyección y dicen que los argentinos estarán menos escépticos a medida que se administren más dosis«, describe.
La nota puntualiza que Argentina sufre «uno de los peores picos» de coronavirus en Latinoamérica, y que inicialmente «se esperanzó en asegurarse vacunas de proveedores occidentales, pero falló en alcanzar un acuerdo con Pfizer por razones que los funcionarios argentinos no revelaron. El gobierno del presidente Alberto Fernández tiene un acuerdo con AstraZeneca para recibir 22 millones de dosis, pero la fecha de entrega no está clara. Mientras tanto, la vacuna rusa estaba lista».
Así, a menos de 10 dólares la dosis, se convirtió en «una alternativa atractiva» para el gobierno argentino, «que defaulteó 65.000 millones de dólares en deuda externa el año pasado y cuyas reservas netas están cerca de cero, de acuerdo a economistas privados». En este sentido, el periódico cita al especialista Benjamín Gedan, director del proyecto de Argentina en el Woodrow Wilson Center en Washington: para él, el acuerdo con Moscú «fue una decisión nacida en la desesperación de un gobierno que falló en asegurar para la población argentina el acceso a vacunas más confiables y efectivas».
El artículo repasa la historia de esta vacuna, que con su nombre homenajea al satélite ruso lanzado durante la Guerra Fría. Moscú la aprobó para su uso doméstico antes de que se terminaran los ensayos clínicos, cuyos resultados aún no fueron publicados en una revista revisada por pares pero que según la información difundida por el Fondo Ruso de Inversión Directa, tiene una eficacia del 91,4%. Hasta ahora tampoco tuvo aprobación «de autoridades sanitarias occidentes o recibió autorización de la Organización Mundial de la Salud, de lo que dependen muchos países en desarrollo para examinar vacunas».
Rusia empezó conversaciones con la agencia sanitaria europea, la EMA, y también aplicó a la OMS. En Rusia hasta ahora se vacunó a un millón de personas. Incluida Argentina, ocho países autorizaron su uso de emergencia. Aquí la autorización la realizó el Ministerio de Salud de la Nación. De acuerdo a un informe del Centro Global de Innovación para la Salud de la Universidad de Duke, Rusia está tercera en dosis encargadas por los países de de medianos y bajos recursos, adelante de Pfizer y Moderna.
La venta de millones de dosis de la Sputnik V que está encarando el Fondo Ruso de Inversión, señala The Wall Street Journal, está convirtiendo a Rusia en uno de los grandes proveedores y «podría darle una porción valiosa del mercado global de la vacuna del Covid-19 y potencialmente una influencia geopolítica en el mundo en desarrollo«.
Con los países pobres limitados para adquirir vacunas y esperando recibirlas más tarde este año a través del mecanismo Covax de la OMS y los europeos y Estados Unidos garantizándose la mayoría de las dosis desarrolladas por los laboratorios occidentales, Rusia intensificó sus acciones «para llenar el vacío». Ahí aparecen como potenciales clientes países en vías de desarrollo, como la Argentina, y un mercado estimado por los funcionarios rusos de 100.000 millones de dólares anuales.
Rusia quiere tener una participación del 30% en el mercado de los países compradores de vacunas, y en esa línea se incluye la posibilidad de una versión light de la Sputnik de una sola dosis, que se está testeando actualmente. Ya más de una docena de países cerraron acuerdos con Rusia, incluidos India y México, además de Argentina, y según la información del Wall Street Journal los rusos ya recibieron pedidos de compra o al menos expresiones de interés por 2.400 millones de dosis de su vacuna.(www.caraycecaonline.com.ar)