Atrasar el dólar, las tarifas de luz y los combustibles fueron diques insuficientes para contener la suba del costo de vida. ¿Y la emisión?
Buenos Aires, 16 ene 2022.(caraycecaonline)Los datos ponen sobre la mesa la pérdida de poder de compra de los ingresos de los asalariados, jubilados y beneficiarios de los planes sociales (el ajuste que está haciendo la inflación está a pleno) y el Gobierno, gran socio de la inflación alta que baja los gastos en términos reales y ayuda a aumentar la recaudación de impuestos, tendrá este año un desafío mayúsculo.
Si con el dólar retrasado y las tarifas de luz y gas congeladas el costo de vida arañó 51%, ¿qué se podrá esperar para 2022 cuando, supuestamente, el tipo de cambio oficial se moverá más rápido y las tarifas subirán más que en 2021?
Equilibra, la consultora de Martín Rapetti y Diego Bossio, en su último informe pone el foco sobre esos dos temas relevantes diciendo: «El Banco Central redujo a poco más 1% promedio mensual el ritmo de depreciación del tipo de cambio oficial y el Gobierno autorizó la suba de 9% para la luz y 6% para el gas del AMBA y frenó la suba de los combustibles en mayo. Esas medidas y la reapertura de las paritarias permitieron que el salario real se recuperara en la segunda mitad de 2021″.
Como consecuencia de esa política, «el tipo de cambio se apreció 13% frente al dólar y 17% en términos multilaterales» y las tarifas y los precios regulados se «retrasaron 15% y 9% respectivamente».
El esquema 2021, año electoral, es un viejo conocido de la historia económica argentina reciente, pero este año cobra relevancia por un problema pendiente de resolución que viene a los gritos desde hace meses: el Gobierno no tiene los dólares suficientes para pagar los compromisos externos ni tampoco aún capacidad ni confianza para refinanciar vencimientos de 2022.
Equilibra destaca que en 2021, más allá de que se había pronosticado una inflación de 29% que resultó de casi 51%, la cantidad de emisión de pesos que requirió el Tesoro para cubrir el déficit fue explosiva.
El plan era que la asistencia del Banco Central cubriría 60% del déficit y que el 40% restante sería la colocación de bonos por parte del Tesoro.
El resultado fue que los más de $2 billones emitidos terminaron cubriendo 74% del déficit y que las emisiones de Martín Guzmán además de representar solo 26%, se concentraron en los últimos meses en la colocación de bonos atados a la inflación que, como ahora surge con claridad, le resultarán carísimos.
Los cambios para 2022 comenzaron con el anuncio subrepticio (evitaron poner alguna cara visible) de que las tarifas de luz y gas se incrementarán 17% y 20%, y el Banco Central ya empezó a subir el dólar oficial a un ritmo de 2% mensual y aumentó dos puntos la tasa de interés de referencia.
Es en base a los supuestos de que el dólar se moverá más y que las tarifas y los combustibles se descongelarán, que los economistas prevén que el costo de vida sea aún mayor este año y con una característica sensible: como no es un año de elecciones, los salarios y los ingresos fijos correrán de atrás a la inflación.
Hasta acá se dejaron de lado las posibles medidas para acelerar la reducción del déficit fiscal que el Gobierno negocia con el Fondo Monetario Internacional en un contexto en el que la brecha de 100% entre el dólar oficial atrasado y los dólares libres le pone tensión al mercado cambiario.
En el Gobierno dicen que el FMI acepta sin mayores reparos el cepo cambiario con un argumento contundente: las dos principales preocupaciones del Fondo son la fiscal y la vía por la cual el Banco Central podrá hacer crecer las reservas netas de dólares en forma sostenida.
El shock inflacionario de diciembre le puso fin al esquema de seguir retrasando variables económicas clave, también dejó en claro que emitir una montaña de pesos cuando la gente busca huir al dólar o a las cosas con tal de no quedarse con efectivo en la mano golpea.(www.caraycecaonline.com.ar)